... y llegó 1996. Yo estaba enamorado: un año antes había ido a un concierto de Víctor Manuel y Pablo Milanés en Carballino y ¡El País podía leerse en México! Sentía que podía asistir en directo al cataclismo socialista. Pero como buen lector de El País, llegué a la conclusión de que la opción menos mala y realista para construir una sociedad más justa era la del partido socialista. Querida M., si hubiera podido votar aquél año, habría sido por el Partido Socialista Obrero Español.
Querida M.:
Me ha pillado la jornada de reflexión, pero creo que no es necesario leer el programa electoral del PSOE en una campaña electoral porque ha sido el principal protagonista de la democracia española, pues ha gobernado 21 de los últimos 34 años. Los sistemas democráticos tienden a ser bipartidistas, es decir, con dos grandes opciones, moderadas una a la izquierda y otra a la derecha, que se disputan el voto de la mayoría de sus electores.
Es el PSOE uno de el pivotes izquierdo del sistema político y, como tal, representa la izquierda posible en un país capitalista. Sí, M., con la utopía de una sociedad sin clases no sueñan ni los militantes más recalcitrantes. Sí, sí, un día llegará, pero yo no lo veré.
La realidad social española es consecuencia, en parte, de la labor de gobierno socialista. La constitución contemplaba un estado social y democrático de derecho y, su parte social se ha construido de acuerdo con su modelo. Pero no, no creas que el estado de bienestar fue concebido por el PSOE, las bases fueron establecidas por la extinta UCD. A finales de los años 70, la izquierda y la derecha españolas estaban de acuerdo en que era necesario construir uno lo más rápido posible para alcanzar los niveles de bienestar social de la Unión Europea. El discurso socialdemócrata se había impuesto en los dos grandes partidos de la época y creían que era la mejor forma de construir una sociedad más justa.
Poco a poco, el PSOE ha impuesto lo políticamente correcto en todo. La tremenda crisis de valores que padecemos es una confluencia de tres factores: la debacle de la Iglesia, incapaz de reaccionar a las acusaciones de estar siempre del lado de los poderosos; el abandono del marxismo por parte del PSOE y, la hegemonía social y política de éste que, por un lado, siempre se enfrentó a aquélla, pero, por otro, huérfana de padre, no tenía que ofrecer. No recuerdo cuál dirigente socialista afirmó que el PSOE es el partido que más se parece a España y, desgraciadamente, es cierto.
Querida M., te habrás dado cuenta de que no hablo de lo que ofrece para el futuro, sino de su pasado porque, lamentablemente, el PSOE es eso principalmente: pasado. Su gran mérito ha sido impulsar a España a la modernidad, pero a costa de construir un enorme estado burocrático con hasta siete niveles de administración pública, corrupto, intervencionista, al servicio de los dirigentes políticos y no de los ciudadanos, que desprecia la libertad, el estado de derecho y la división de poderes. No conformes con ello, han pactado con los partidos nacionalistas a diestro y siniestro, debilitando cada vez más a la nación del hermosísimo artículo 2 de la Constitución española. La gran traición ha sido el Estatuto de Autonomía de Cataluña del 2006. Yo acuso al PSOE de ser el principal responsable de la ruina moral, social, económica y política de España.
Querida M.:
Me ha pillado la jornada de reflexión, pero creo que no es necesario leer el programa electoral del PSOE en una campaña electoral porque ha sido el principal protagonista de la democracia española, pues ha gobernado 21 de los últimos 34 años. Los sistemas democráticos tienden a ser bipartidistas, es decir, con dos grandes opciones, moderadas una a la izquierda y otra a la derecha, que se disputan el voto de la mayoría de sus electores.
Es el PSOE uno de el pivotes izquierdo del sistema político y, como tal, representa la izquierda posible en un país capitalista. Sí, M., con la utopía de una sociedad sin clases no sueñan ni los militantes más recalcitrantes. Sí, sí, un día llegará, pero yo no lo veré.
La realidad social española es consecuencia, en parte, de la labor de gobierno socialista. La constitución contemplaba un estado social y democrático de derecho y, su parte social se ha construido de acuerdo con su modelo. Pero no, no creas que el estado de bienestar fue concebido por el PSOE, las bases fueron establecidas por la extinta UCD. A finales de los años 70, la izquierda y la derecha españolas estaban de acuerdo en que era necesario construir uno lo más rápido posible para alcanzar los niveles de bienestar social de la Unión Europea. El discurso socialdemócrata se había impuesto en los dos grandes partidos de la época y creían que era la mejor forma de construir una sociedad más justa.
Poco a poco, el PSOE ha impuesto lo políticamente correcto en todo. La tremenda crisis de valores que padecemos es una confluencia de tres factores: la debacle de la Iglesia, incapaz de reaccionar a las acusaciones de estar siempre del lado de los poderosos; el abandono del marxismo por parte del PSOE y, la hegemonía social y política de éste que, por un lado, siempre se enfrentó a aquélla, pero, por otro, huérfana de padre, no tenía que ofrecer. No recuerdo cuál dirigente socialista afirmó que el PSOE es el partido que más se parece a España y, desgraciadamente, es cierto.
Querida M., te habrás dado cuenta de que no hablo de lo que ofrece para el futuro, sino de su pasado porque, lamentablemente, el PSOE es eso principalmente: pasado. Su gran mérito ha sido impulsar a España a la modernidad, pero a costa de construir un enorme estado burocrático con hasta siete niveles de administración pública, corrupto, intervencionista, al servicio de los dirigentes políticos y no de los ciudadanos, que desprecia la libertad, el estado de derecho y la división de poderes. No conformes con ello, han pactado con los partidos nacionalistas a diestro y siniestro, debilitando cada vez más a la nación del hermosísimo artículo 2 de la Constitución española. La gran traición ha sido el Estatuto de Autonomía de Cataluña del 2006. Yo acuso al PSOE de ser el principal responsable de la ruina moral, social, económica y política de España.
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