sábado, 5 de noviembre de 2011

El referendum que nunca fue



Querida R:


La palabra democracia viene del griego, como tantas otras palabras; quiere decir el poder del pueblo. Como todas las ciencias, cuyos nombres vienen también del griego. Nadie duda que la cultura de la antigua Grecia ha sido la cuna de nuestra moderna civilización.

Todos presumen de ser demócratas, pero desconfía de todos aquéllos que le pongan adjetivos a esta palabra. Desconfía, también de los demócratas de países con escasa tradición democrática. Desconfía de aquellos países con escasa tradición democrática que convocan referendos para pedir la opinión del pueblo. Desconfía de los políticos que hablan de "el pueblo" si la mayoría de sus habitantes viven en ciudades. Desconfía de los políticos republicanos que heredan su poder a sus hijos y nietos.



Giorgios Papandreou es el primer ministro de Grecia. Giorgios Papandreou, su abuelo, también fue primer ministro de Grecia. Andreas Papandreou, su padre, también fue primer ministro de Grecia.

Querida R:

Quiero para Grecia lo mismo que para mí país: libertad y vida, no libertad y muerte, como reza su lema. Papandreu III ha olvidado algunas reglas fundamentales de la democracia parlamentaria: que necesita una mayoría estable para gobernar y esta semana gracias a su brillante idea del referéndum la ha perdido.

Lo mejor de los referendos en los países del sur de Europa son las preguntas. Pero no sé qué respuesta hubiera defendido el Gobierno de Grecia...

- Pueblo de Grecia: ¿estáis a favor del acuerdo firmado con la Unión Europea?

  • Sí. Tras varios años de haber intentado vivir por encima de nuestras posibilidades, este acuerdo supondrá sacrificios en los próximos años, pero nos permitirá mantener la senda del progreso y la prosperidad.
  • No. Sé que es lo mejor para mí país, pero yo no estoy dispuesto a asumir mi responsabilidad. Con vuestra ayuda, negociaré con la Unión Europea en una posición de fueza, para evitar que el proyecto de unión europea se despeñe desde Atenas.
  • No sabe/no contesta. Es lo que yo votaré. ¡Estoy harto de mentir! En la campaña electoral y desde el minuto 1 de mi gobierno; a todos vosotros y a nuestros socios de la Unión Europea. Por haber exagerado la mala herencia recibida nadie confía en nuestro país. No pagáis los impuestos y nadie me quiere prestar dinero. La verdad, este acuerdo ni lo leí antes de firmarlo; solo quería largarme de ahí. Si gana el no sabe/no contesta, podré adelantar elecciones y dejar el testigo a la oposición conservadora, ¡que ellos tienen la culpa! Yo no puedo más. ¡Si ni quería meterme en política! Papá, pero si tú acabaste en la cárcel, ¿qué porvenir me esperaba? Los mítines nunca se me dieron bien, menos ir a Bruselas, Davos o Nueva York. Debimos de retirarnos al paraíso fiscal más cercano, que tu astucia nos había ya dejado ricos a todos, pero ya se sabe: la avaricia rompe el saco.





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