lunes, 12 de diciembre de 2011

O niño novo do vento



¿Existió alguna vez la Galicia de Cunqueiro?  Esa tierra atlántica, mágica, difuminada siempre por el espejismo de la lluvia; una tierra católica y espiritual, pobre, pero profunda. Para Cunqueiro, Galicia era el lugar donde cualquier cosa podía suceder, y así lo plasmo en sus obras: historias románticas la mayoría, vanguardistas otras, dibujó en sus novelas y en sus relatos, no tanto en sus poesías, un mundo imaginario y mitológico, donde habitan seres fantásticos, fantasmas de ultratumba, famosos magos y conocidos personajes de la tradición céltica que, galeguizados, adquieren otra perspectiva. Pero Galicia estaba muy lejos de ser ese reino fantástico y medieval. Tras siglos de silencio, la lengua gallega comenzó un proceso de rexurdimento que culminaría con la aprobación del Estatuto de Autonomía, cuya corta vida expiraría bruscamente con la llegada de la Guerra Civil y el triunfo del bando nacional. Durante los años de posguerra Galicia se sumió en un silencio cultural casi absoluto. El gallego se vio relegado a las esferas más bajas de la sociedad, y todo por lo que habían luchado los intelectuales galleguistas, entre ellos el propio Cunqueiro, quedó en cenizas. Mientras sus contemporáneos eran silenciados, como Otero Pedrayo, o incluso fusilados, como Alexandre Bóveda, Cunqueiro se acercó al régimen de manera extraordinaria. Abandonó el galleguismo y se convirtió en un escritor bilingüe de esos que tanto había despreciado.  “Para mí se perdió”, dijo de él Aquilino Iglesia Alvariño, poeta y intelectual gallego.

Puede verse la relación entre la ideología y el comportamiento tan ambiguo de Cunqueiro a lo largo de su vida, y las dos Galicias que vivió: la suya, la mágica y mitológica , y la verdadera, la que evitó: triste, humillada, silenciada. Pero, como dijo de él Antonio Vilanova, profesor durante muchos años de la Universidad Autónoma de Barcelona, “tiene un prodigioso don para inventar y fabular. Es el único escritor español que ha conseguido evadirse”.  Joan Perucho, poeta y novelista catalán destacó, en un artículo publicado en la revista Destino, su “capacidad para proyectar su existencia en el mundo” y aseguró que “para Cunqueiro, existir se consigue en el mundo de la fantasía”. Fue así como vivió Álvaro Cunqueiro: entre dos mundos. Uno verdadero y otro, quizás, también.  Esta evasión de la realidad, le permitió conseguir lo que muchos otros no pudieron – o no quisieron – en su época: adquirir una posición destacada en el panorama literario español de la posguerra.
En 1934, Alvaro Cunqueiro viajó por primera vez a Cataluña. Rechazado en su tierra, encontró en Barcelona un ambiente más abierto donde empezó a ser reconocido como escritor a nivel nacional.  El escritor gallego regresó frecuentemente a Cataluña, y entabló una amistad que duraría hasta su muerte con los escritores catalanes Nestor Luján y Joan Perucho.

Luján colaboraba en la revista destino escribiendo una columna sobre temas gastronómicos. Su influencia en Cunqueiro, profundo amante del “arte de comer” sería enorme. Fue él quien dijo del gallego que era el escritor “más a contracorriente” del panorama literario de la época. El también escritor, Ramón Masoliver, comparó a Cunqueiro con Cela y destacó el paralelismo de sus obras, la mezcla predominante de lirismo e ironía. Todo eran buenas críticas en Barcelona. Sobre sus viajes a Cataluña, Cunqueiro dijo a Albert Casal, en una entrevista realizada en Vigo: “tenemos que aprenderlo todo”.  Y cuando en 1959, recibió el premio nacional de la crítica por  Las crónicas del sochantre (traducción al castellano del original en gallego) se consagró definitivamente como escritor de relevancia nacional. Fue comparado con el también gallego Valle-Inclán, y el escritor catalán, Guillermo Diaz Plaja, en un artículo sobre Borges, escribió “ [Broges] … pertenece a la hueste de los fantaseadores acorralados por el realismo, de los Álvaros Cunqueiros, (…)” El nombre del gallego estaba ya irremediablemente ligado a la literatura fantástica. Con El hombre que se parecía a Orestes gana, en 1968, el premio Nadal. Basilio Losada, gallego y catedrático de la Universidad de Barcelona, dijo a raíz del galardón “El premio le va a servir para acentuar su galleguismo.” En Galicia, sin embargo, no todos eran tan optimistas.

Se acercaban los años 60 y el mundo empezaba a cambiar. España empezaba un crecimiento económico y los oscuros años de posguerra comenzaban a quedar atrás. El movimiento de oposición al régimen, empezaba también a hacerse visible. En Galicia, tras años de inactividad editorial, se publica el primer libro en gallego tras la guerra civil. Con la creación de la editorial Xerais, exclusivamente dedicada a obras en gallego, la literatura gallega empieza un proceso de recuperación. Es el tiempo de nuevos escritores y nuevas técnicas narrativas. La llamada Nova Narrativa Galega, hereda la prosa de los grandes escritores del siglo, como Joyce, Proust y Virginia Woolf, y apuesta por la nueva novela gallega, que trata de equiparar a los movimientos contemporáneos de una Europa ya completamente recuperada de la guerra. Esta nueva generación de escritores en gallego no simpatiza demasiado con Alvaro Cunqueiro. Uno de sus principales representantes, Xose Luís Méndez Ferrín dijo que Cunqueiro “apestaba a tarta de crema”. Su contemporáneo, Anxel Fole, de la misma generación que Cunqueiro pero incorporado a la Nova Narrativa, incluyó a Cunqueiro en el grupo de los “virotas”, escritores gallegos que con el triunfo del franquismo habían cambiado radicalmente de “chaqueta ideológica”.
Era evidente la animadversión que Cunqueiro despertaba en la juventud galleguista. La ambigüedad ideológica del escritor resultaba irritante y desconcertante. Podía desde publicar repentinamente un libro íntegramente en gallego, como fue Dona do corpo delgado o escribir un obituario para el falangista Sánchez Mazas. Sus años como colaborador del ABC y en diferentes revistas de índole falangista no habían pasado en vano, y la nueva juventud gallega, de izquierdas y opuesta al régimen, no estaba dispuesta a olvidarlo. Pues, a diferencia de otros galleguistas conservadores, como Otero Pedrayo, el de Mondeñedo había mostrado públicamente su apoyo al régimen. Sin embargo, como suele ocurrir, tras su muerte en 1980, vuelve a ser reconocido y se matiza su pasado político. Es el llamado por María Liñeira, profesora de la universidad de Oxford, como “discurso de la inautenticidad”, utilizado por los filólogos e intelectuales gallegos: alegar una especie de “locura transitoria” para los autores gallegos que, como Cunqueiro, abandonaron el galleguismo tras la guerra civil. Lo cierto es que, Alvaro Cunqueiro es un personaje complicado de definir, con una ideología muy curiosa que la profesora María Liñeira relaciona con destreza con su pasión por la comida.

Parece que Cunqueiro aplicaba para sí mismo la célebre frase de la gallega Pardo Bazán “cada pueblo come según su alma y no según su estómago”.  Cunqueiro, que trabajaba en una “Cociña galega”, creía fervientemente que la gastronomía de un pueblo era uno de los más precisos reflejos de su idiosincrasia. Defensor de la relación entre ideología y gastronomía,  su pasión por la cocina tradicional gallega revelaba también su recelo ante el progreso. Cunqueiro abogaba por el principio – idéntico al defendido por los románticos en el siglo XIX – del reencantamiento de Galicia. Y la creación de un manual de cocina tradicional era un importante instrumento para defender la Galicia más tradicional. Es necesario recordar la amistad de Cunqueiro con Perocho y Luján, también amantes de la gastronomía. (Cunqueiro conoció a Perocho en las fiestas del vino de Cambados). La influencia de los catalanes en Cunqueiro contribuyó al afán del gallego por recopilar las distintas recetas y tradiciones culinarias gallegas.
En noviembre del año 64, Cunqueiro viajaba a Vigo en tren procedente de Madrid. En el vagón restaurante, le sirvieron un trozo de tortilla con supuestos cristales dentro. Su frase se hizo célebre. “ No se le puede dar a un cristiano un helado de tortilla”.  Católica, tradicional y rural, así debía ser Galicia para Cunqueiro. En su pasión por la comida, se aprecia su ideología profundamente conservadora, pero también la evolución de la opinión pública ante su traición al galleguismo.

Una foto en blanco y negro: pequeñas mesas de madera formando una larga hilera, donde un grupo de comensales, bajo la sombra de un roble, se preparan para degustar un plato típico mientras un grupo de curiosos – campesinos, la mayor parte – les observan desde atrás. Alvaro Cunqueiro es uno de ellos, e inclina su rostro hacia un joven Fraga Iribarne, entonces ministro franquista,  haciendo algún comentario que nunca llegará a conocerse. Esta foto fue motivo de escarnio hacia Cunqueiro entre los intelectuales gallegos opuestos al régimen. Recibió multitud de críticas y se le acusó de fascista, anti gallego y opresor.  Y sin embargo, este año, el Consello de Cultura de Galicia lanzó una campaña turística llamada “Cociña galega con Cunqueiro”.
 Actualmente Cunqueiro es reconocido, no solo en Galicia, si no en toda España como un gran escritor y maestro en literatura fantástica. En Galicia es considerado uno de los escritores en gallego más notables de la historia y es admirado como uno de los renovadores de la poesía con su Poemas do sí e do non.  Su íntima relación con Cataluña ha motivado,  en un acto conmemorativo enmarcado en el centenario de su nacimiento, un ciclo de conferencias en la universidad de Barcelona, con María Liñeira, profesora de la universidad de Oxford, Blanca Ripoll, hispanista de la universidad de Barcelona y el rector de filología, el gallego Adolfo Sotelo Vázquez, como ponentes y con la presencia de Basilio Losada entre el público.

Fantasía y realidad, gastronomía y política, todo se entremezcla en la figura de Álvaro Cunqueiro cien años después de su nacimiento en la pequeña localidad de Mondoñedo. Pero, como el mismo decía, una fecha es una fecha, y cada fecha es un paisaje diferente y extraordinario. Cunqueiro vivió a través de la fantasía y, quizás también a través de ella, pretendió abrirse paso a través del tiempo.

2 comentarios:

  1. ME ENCANTO TU ARTICULO,YO TENGO EL LIBRO DE GASTRONOMÍA DE EL Y AHORA LO ENTIENDO,AMO A MI TIERRA,EN ELLA NACÍ Y EN ELLA QUISIERA MORIR

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  2. ME COMÉIS LOS HUEVOS PUTOS ANORMALES DE MIERDA

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