domingo, 1 de mayo de 2011

Tic-tac

Pasa un minuto, dos minutos, media hora, dos horas, cuatro horas y el sueño no llega. Siento los ojos pesados y la mente un poco espesa.

Cuando empiece a salir el sol, en lugar de alegrarme como lo hace todas las mañanas, hoy me encontrará rendida.

Tic-tac es lo único que escucho. No me desespera.

En realidad, me encanta el ritmo del tic-tac.

Dentro de mi hay un tic-tac que escucho claramente, todo el tiempo, desde hace veintiocho años y que nunca quiero dejar de escuchar.

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