viernes, 20 de abril de 2012

¿Ya pa qué, jefecita?







Marta y Juan viven en una gran ciudad con muchos coches, gente, palacios museos. Viven en una ciudad preciosa pero caótica, con un tráfico que extiende cada desplazamiento mas de una hora y convierte aparcar el coche en una tarea imposible.
Ese día, del que voy a hablar, Marta y Juan salieron a hacer unos recados. Marta se bajó en una esquina mientras Juan estacionaba el coche. Mientras Marta esperaba, mira a su alrededor:¡Cuanta miseria humana en una gran ciudad!. Se puso a pensar en cuantos lugares del mundo pedían ayudar a niños pobres, mandar y mandar, ¡¿a dónde voy a mandar, si sólo con mirar a un lado los tengo allí: niños de la calle, mujeres machacadas, viejitos harapientos..?!. 
Marta está nerviosa, no es que lo ingorara, pero verlo tan de cerca era distinto. Juan y ella han comprado muchas veces paquetes de pan y los han repartido en cada esquina, a veces mandaban mas o menos cosas, según sus posibilidades. Marta prende un cigarro mientras espera y piensa, cuando se acerca un niño. No pudo determinar su edad, sucio, con un ojo ya perdido.
Mira a Marta y le dice:
- ¿Me das un cigarro?
- ¿Cómo te voy a dar un cigarro?
- Si, asi te quito de que te de cancer.
- Claro, ¿y te voy a dar yo a ti para que te dé? Mejor vamos a comprar un bocadillo.
- Ya pa que jefecita, ya pa qué.
- ¿Como que para que? Así te alimentas y estarás mejor.
- ¿Usted no es de aquí? ¿Le gusta el chile y la comida de aquí?
- Si, claro que me gusta, por eso te invito a comer si quieres.
Su mirada tierna le dió tanta penita. Un niño del que desconoces su edad. En eso ve a Juan que viene caminando. Cuando ve que está con un niño de la calle, se asombra y acelera el paso. El niño lo ve y con su manita trata de decirle que no pasa nada. Me despido de él. Le doy un cigarro.






Porqué, os preguntarés, le di el cigarro? Ya no había nada, ya no se podía hacer nada, nadie hace nada por lo menos que disfrutara el cigarró. Yo, Marta, me despedí de él, yo por una acera y él por otra, caminando en la misma dirección me decía adiós con su manita, y yo le decía adiós con la mía, con lágrimas en los ojos, con el corazón partido, con dolor. Recordando su carita en mi mente. 


¿Ya pa qué, jefecita?


Me lo quería llevar a casa, lo cuidaría, le daría todo el amor que no tuvo, lo sanaría .. pero desapareció.
He vuelto al mismo sitio y no lo vi más. ¿Que sería de él, donde estaría? Pienso que ya no está aquí y mejor se encuentre entre nubes y flores, entre ángeles, ya que aquí en la tierra nadie le dió nada. Excepto un cigarro. Por eso se lo di, para darle un efímero instante feliz.
¿Que es la felicidad? Para él en ese momento fue su cigarro. Que bueno que se lo di, por lo menos le di un momento feliz, ya que no había tiempo para mas.
¿Que hacen todas esas organizaciones? Algunas nada, pero reconozco que hay muchas personas con un corazón noble y dan todo por esta gente, a estas personas se ven tan chiquitas al lado de la gran miseria humana.




Debemos sembrar amor, mucho amor para quien tanto lo necesita. Aunque a veces el amor, ni los cigarros, sean suficientes. "Ya pa que jefecita". Con, ¿cuantos serían?¿9, 10, 12 años? Su vida dejó de importarle.  Y cada vida como la suya, es una vida arrebatada por la indiferencia. Como decía Jon Sobrino; "actualmente, cada niño que muere de hambre es un niño asesinado":

5 comentarios:

  1. me gusto como lo narraste es una esperencia real,que te marca ,niños que no son culpables de estar aqui,padres y madres irresponsables,y gobiernos deshumanizados,que solo ven por ellos,mucho promrten que se vayan a la mier ¡¡¡¡¡¡

    ResponderEliminar
  2. Me encantó esta frase: "Y cada vida como la suya, es una vida arrebatada por la indiferencia".

    ResponderEliminar
  3. Abuela, lo colgué como tu lo escribiste. Me gusta mucho. Sigue escribiendo!!

    ResponderEliminar
  4. no creo que sea culpa del sistema, ni de la educación, ni de los gobiernos, creo que el ser humano es como un monstruo al que hay que embellecer y si no le damos ese tiempo él seguirá sus instintos.
    me gusto mucho!!!

    ResponderEliminar
  5. ¡Moi ben! Cuando Lula llegó a la presidencia de Brasil, había 45 millones de pobres que no comían lo suficiente y el cambio silencioso que promovió fue extraordinario. Sin cambiar de sistema, con una política económica sensata y volcado en la política social. Pero cada uno de nosotros puede hacer un poquito más.

    ResponderEliminar