domingo, 11 de marzo de 2012
Ocho años después
Hay algunas novedades, una de cal y otra de arena, por decir algo.
La mala noticia es que Juan Jesús Sánchez Manzano, el jefe de la unidad de técnicos de la Policía en desactivación de explosivos no será juzgado por mentiroso y por ocultar pruebas. Éllo a pesar de que sólo pudieron ser analizadas un puñado de muestras de material, cuando hubo toneladas y toneladas de materiales afectados por las diez explosiones. Todos los restos fueron destruidos.
Excepto uno. La sorpresa de este octavo año es que apareció un vagón, desaparecido y hasta ahora dado por destruido. Rasca y gana. El Fiscal General ha ordenado abrir una investigación, lo cual abre una vía de investigación que intentará descubrir quiénes y por qué han ocultado pruebas. Es ésta la buena noticia.
Hay tristes constataciones. Es cada vez más probable que Jamal Zougam sea inocente. Se ha conocido la contradicción en los testimonios de dos testigos oculares clave para condenarle. Dichas contradiciones fueron oportunamente aclaradas porque una de ellas cambió su declaración, facilitando que el Ministerio del Interior resolviera favorablemente su petición de ser calificado víctima del terrorismo -y cobrar 48.000 €uros de indemnización-.
La siguiente constatación no es una sorpresa. Se ha sabido también que el Juez Gómer Bermúdez recibió, hace año y medio la Medalla al Mérito Policial. No es policía, pero el entonces ministro consideró oportuno y muy conveniente condecorarle con esta bonita medalla por hacer prevalecer los frutos de la investigación policial. Es un fuera de serie. Tres condecoraciones ha recibido del Ministerio del Interior en los últimos tres años.
Apesta.
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Desde Argentina trazamos paralelismo con nuestros casos AMIA y Embajada de Israel; aún en veremos.
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