martes, 20 de diciembre de 2011

Recuerdos de infancia

1.      Un buen día me enfermé de las anginas y tenía mucha fiebre, recuerdo que deliraba. Me hacían poner los pies en una cubeta con agua muy caliente y me ponían una crema pegajosa que untaban en un paño y me la ponían en el pecho y la espalda. ¡Dios, cómo no iba a delirar, si todo eso parecía que ardía! me imagino que llamarían a un médico pues me puse bien. Pobrecitos de mis padres, la ignorancia y los remedios que hacían eran por mi bien. Mi madre llorar a mi lado, diciendo “que non morra” sé que sufrió mucho. Ellos hacían lo que podían y sabían.

2.      Un día salió mi madre de compras y me quedé sola. Yo creo que por aburrimiento del encierro (ya que por las anginas no me podía dar aire) bajé las escaleras de la casa y abrí la puerta de la mueblería. Vi pasar a mi tía y corriendo me metí en un ropero y desde ahí observaba a todos, por lo menos veía gente. Estaban mis primos y atendían a la clientela. Se me paso el tiempo y me olvidé de regresar arriba cuando escucho los gritos de mi madre “¡a rapaza non está na casa, saíu e roubárona!”  y vi correr a todos de un lado para otro llamándome. Vaya jaleo que se traían, según yo no era para tanto y no salía del ropero. Al final no sé porque salí si estaba tan a gusto allí. Y luego mi tía hala a zurrarme yo no sé porque me daban tantas tundas, mi madre en un llanto, mis primos como diciendo “bueno que está bien”.

3.      Por las tardes me llevaban a pasear al Monumento de la Revolución, allí había sitio para correr y tomar aire. Como era tan bruta, un día corrí tan rápido por una bajada y choqué con uno que venía en su bicicleta. Me torcí un brazo y me lo enyesaron.


4.      Me gustaba mucho correr y lo hacía muy rápido, era difícil alcanzarme. Lo que odiaba era que mi cara se ponía roja pero roja y me ardía. Yo siempre pensé que era el color del vino, como me decían era muy chapeada ¡qué horror! yo sufría por ese calor y ese color.

5.      A un lado de la mueblería estaba el Monte de Piedad o Casa de Empeño. Había mucha gente que entraba y salía. Me gustaba contar que me sabía todas las canciones de España, mis primos siempre las cantaban y yo lo hacía con ellos. Un buen día me acerqué a la entrada del Monte de Piedad, donde había un señor en la puerta que vigilaba y se me dio por cantar y bailar y la gente que pasaba me dejaba moneditas habrán pensado ¡pobre niña! Yo me sentía una estrella. Pero como siempre llegaba lo peor de la escapada, la nalgada y el castigo.

6.      Por fin llegó el momento de salir de casa de la tía y nos fuimos a un piso a tres cuadras de ella. Allí pusieron un negocio mi papá y mi tío Francisco. Empecé a ir al colegio y me llamaban gachupina y yo lloraba. Me sentía mal, era española y mi padre me explicaba el porqué, total eso después para mí no tenía ya importancia.


7.      El colegio me gustaba era estudiosa y muy ordenada, todo tenía que hacerlo perfecto. A parte estaba en clase de canto. Por fin podía hacer algo que me gusta. La verdad no canto nada bien pero yo me sentía lo máximo.

8.      En el colegio, al final de curso hacían un festival y en mi salón le tocó un bailable y había que apuntarse con el permiso de los padres. Bueno yo me apunte sin permiso y fui a todos los ensayos era realmente feliz según yo era cantante y bailarina, pero llegó la hora de pagar el vestido y no me quedó más remedio que decirlo en casa. Eso fue patético, mi padre furioso y mi madre atrás de mí con el palo de la escoba, pero no me alcanzaba y se quito un zapato y me lo tiro con tan mala suerte que yo estaba junto a la ventana, y ésta estaba abierta y el zapato fue a dar a la calle.

9.      Mi padre histérico y hablando que tenían que ir al colegio a hablar con la directora que no tenía el dinero para el vestido y mi madre a buscar su zapato a la calle pero el dichoso zapato no apareció. Ese día si fue un día de crisis, yo odié a mi padre tenía la costumbre de cogerte la oreja y apretártela fuerte y ese día lo odie con toda mi alma, a mí se me ponía roja y caliente que no aguantaba y me empezaba a latir como si fuera otro corazón pero con más velocidad, eso nunca se lo perdoné. Total que fueron al colegio y yo no baile.
10.   Por las tardes a veces íbamos a casa de mis primos y había muchos niños la mayoría gallegos, nos conocimos allí y después en el centro gallego. Aún perdura la amistad desde aquellos años. Los domingos mis primos Enrique y Félix me llevaban a los partidos de futbol y al centro gallego. Mientras ellos jugaban frontón yo me la pasaba solita subiendo las escaleras por un lado y bajándolas por otro. Sudaba. Allí dejé la gordura que tenía de niña y ese ejercicio me bajó las grasas que aun hoy no recupero.

2 comentarios:

  1. asi era la vida de los emigrantes en los
    años 50

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  2. En pocas palabras: bailarina, corredora, desobediente y coloreteada.

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