sábado, 14 de mayo de 2011

El segundo que lo cambia todo.

Foto : El País

Nos despertamos cada día como si todo lo que fueramos a vivir ya estuviera escrito. Examen a las 11, reunión a las 12, entrenamiento a las 5. Organizamos nuestra vida a largo plazo, hacemos planes, vivimos esperando al momento de nuestras vidas, convirtiendo cada instante en un mero trámite hacia el futuro. La rutina nos hace caer en un espiral de monotonía, de aburrimiento, de ganas de salir de una vida que nos atrapa en su ritmo incesante. Vivimos enfrascados en nuestra burbuja, sin pensar en que, fuera de las calles en las que caminamos día día, fuera de la oficina o de nuestra propia casa no existe nada más.
Cuando vemos en el periódico que hubo un nuevo atentado en Irak, o que 30 personas han muerto en un tiroteo, metemos esa información en nuestra cabeza el tiempo que duramos en leer el artículo. Con el punto y final esa información desaparece como un simple paréntesis en nuestras vidas, y de pronto, retomamos el camino en el que la habíamos dejado hace escasos minutos.

Ayer cuando abrí el periódico un titular en letras enormes me hizo salir de mi burbuja : Un terremoto sacude Lorca. De pronto, nuevos informes acerca de la noticia se sucedían rápidamente. Miles de desalojados. 30.000 personas de Lorca han pasado la noche fuera de sus casas, Dos mujeres embarazadas entre las víctimas, ocho muertos; 120 heridos, los daños en la ciudad son impresionantes...
¿Podía imaginarse algún ciudadano de Lorca cuando se levantó de su cama como cualquier otro día, que esa noche tendría que dormir en un polideportivo? ¿ Que la calle por la tantas veces había pasado estaba ahora abarrotada de escombros? ¿Que su ciudad sería noticia en todos lo periódicos del mundo? ¿Que el alcalde decretaría tres días de luto? ¿Que serían los protagonistas de un minuto de silencio en el Parlamento Europeo? Posiblemente, si a cualquier habitante de Lorca le hubíeramos preguntado ayer a las 12 del mediodía si consideraba que tenía su vida asegurada, seguramente nos habría contestado " Sí, por qué no? " Y si hoy, 24 horas más tarde, le volviéramos a preguntar lo mismo...¿Cual sería su respuesta?

3 comentarios:

  1. Creo que es cierto lo que dices bolboreta. Todos, incluso los más desfavorecidos, tendemos a construir una realidad paralela y fantástica alrededor de nuestra propia existencia. Una especie de placebo, que si bien no nos protege más que un ensalmo, al menos evita que nos enfrentemos cotidianamente a la verdadera dimensión de nuestro riesgo vital, a la evidencia de toda nuestra fragilidad e insignificancia.
    Tal vez, no sobreviviríamos de no ser así.

    Buen blog. Un saludo

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  2. Los nervios de sentir que la tierra se mueve bajo tus pies y las lámparas por encima. El azote de un fenómeno natural nada habitual en España. Los muertos y damnificados. Unas viviendas destruidos y otras inhabitables. Los campamentos. El pillaje.

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  3. Nadie tenemos nuestra vida asegurada. Es más morir es lo único que tenemos seguro en esta vida.

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