viernes, 6 de mayo de 2011

No nací para compartir el odio.



El lunes mataron a Bin Laden. Supongo que debería alegrarme. Todo el mundo comenta la noticia con emoción y felicidad, y parece que lo menos que podemos hacer es envolvernos en una bandera estadounidense y agradecer entre lágrimas a Barack Obama haber hecho del mundo un lugar mejor. Sinceramente, a mi el hecho de que Bin Laden haya muerto no me importa más que las variedades de diptongos existentes en la lengua española. Me explico, no soy pro-terrorista ni tengo las paredes de mi cuarto decoradas con mensajes de la yihad, y mis vídeos favoritos de youtube no son los discursos de Osama (ahora que ha muerto nos podemos referir a él con mayor confianza). Sencillamente, no me siento más seguro  tras su muerte. No creo que el mundo sea ahora un lugar mejor, como dijo Hillary Clinton, que aseguró que vivió los 38 minutos más intensos de su vida viendo junto con el presidente como un grupo de soldados entraban a una casa podrida y remota, y le volaban los sesos a un hombre y a su familia. Yo no sé cuales  fueron los 38 minutos mas intensos de m vida pero desde luego, estar sentdo frente a un televisor esperando expectante ver como asesinan a una persona, no sería algo que me gustaría recordar.


Lo cierto es que he sentido verguenza. Las celebraciones en Times Sqare y enfrente de la Casa Blanca me parecen más propias de un grupo de campesinos festejando  la muerte del lobo que se comía a sus ovejas, que de un país que se considera el ejemplo democrático y político a seguir. 
En el mundo occidental nos creemos con derecho a juzgar a los países africanos y a Oriente Medio, a los que consideramos fanáticos y atrasados. Nosotros nos basamos en organismos internacionales como la ONU y el tribunal internacional de La Haya para decir que formamos parte de una sociedad avanzada y civilizada que respeta los derechos humanos.  Y sin embargo vemos cosas como esta


Estoy de acuerdo en que Osama Bin Laden era un terrorista y un asesino. Entiendo la alegría de los familiares de las víctimas de el 11-S y los atentados de Madrid y de Londres. Pero según el Derecho Internacional (sí, ese del que tanto se habla cuando se critican las acciones de Irán y otro países) tendría que haber sido juzgado. Juzgado por crímenes contra la humanidad, como lo fueron algunos dirigentes nazis en los juicios de Nuremberg, o Pinochet, y probablemente lo sea Gadafi. Pero por supuesto, EE.UU no puede juzgar a su principal enemigo, no puede rebajarse a ello. No, no a esa persona a la que llevan buscando 10 años, por la que han torturado y asesinado. EE.UU entra a su casa y lo asesina a él y a varios miembros de su familia, y después tira su cadáver al mar. ¿Porqué no pudieron arrestarlo y someterlo a un juicio justo? Creo recordar que es un derecho fundamental de todos los seres humanos. ¿Podemos en algún momento perder nuestra condición humana? Hasta tal punto de poder ser asesinados a sangre fría, sin una palabra, sin una condena. Repito que Bin Laden no me da ninguna pena. El mejor sitio donde podría estar es descomponiéndose en fondo del océano índico, pero, ¿celebrar su muerte?, ¿convertir una violación fundamental de los derechos humanos en un hecho heroico? Y mas ahora. Unas recientes filtraciones de Wikileaks muestran la escalofriante verdad de lo que entiende EE.UU por política exterior. En la cárcel de Guantánamo (esa que Obama prometió cerrar) había 14 menores de edad, entre ellos un niño soldado al que los talibanes obligaron a unirse a sus tropas. Y ahora dicen que gracias a confesiones de algunos presos de esa horrible prisión se llegó al paradero de Osama. Y yo me pregunto ¿el fin justifica los medios? Personalmente, creo que no. Celebraciones cómo las de este lunes en Nueva York y Washington y comentarios en twitter como esta reflexión una intelectual de la talla de Paris Hilton me revuelven en el estómago.


Ahora, malévolos terroristas escondidos en cárceles secretas, que parecen sacados de esas películas de miedo en las que un loco delirante profetiza el apocalipsis, aseguran la existencia de bombas atómicas en Europa que Al Qaeda utilizará para destruír la humanidad, en palabras de un comunicado de la red terrorista en un foro islámico: "Afirmamos que la sangre del jeque de los muyahidin Osama bin Laden es más preciosa y más valiosa para nosotros y para cualquier musulmán, por eso no vamos a permitir que sea derramada en vano".  En fin, que parece ser que al igual que para nuestros gobiernos el líquido mas preciado es la gasolina, y para Harry Potter la sangre de unicornio, para los terroristas la sangre de su líder fallecido es más maravillosa que una crema anti-arrugas. Parece que el pánico terrorista vuelve al mundo. No se si tengo razón o no. Quizás la muerte de Osama sólo fue utilizada por los americanos como una excusa para irse de fiesta, aunque eso sería más propio de un país como España. ("Ven este sábado a la discoteca Annubis, fiesta por la muerte del terrorismooooo"). 
En fin, me entran ganas de entrar en letargo. O de invernar. Despertarme cuando el mundo sea un lugar más razonable. Como decía un poeta griego, yo no nací para compartir el odio.

4 comentarios:

  1. Nos han metido adentro del cuento de la buena pipa de los dueños de las guerras y las almas.
    Ante esa distinción de la lealtad al líder (sangre)o a la billetera(petróleo ajeno)pregunto
    ¿Los estrategas no se han dado cuenta que los otros hombres se sepultaron con las torres,con la primitiva técnica de uso de la honda y como metafóra usaron un avión?
    Estos gobiernos superiores dicen Justicia y dan ejemplo de soberbia con Venganza,¿ningún juez advierte que han sido avasallados también ellos en sus garantías al poner en duda su equidad?,¿la humanidad actual reconoce a un gobierno superior a todas las Cortes de Justicia y Paz del mundo?
    Ahora,nos imprimen el temor certero de otra Atocha... y con miedo se manejan los pueblos que pagarán varios millones de dólares por cada misil.

    Para todos los conceptos quitar la vida es homicidio; excepto cuando lo determina una Corte Judicial con equidad, representando al pueblo.
    http://enfugayremolino.blogspot.com/

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  2. Me encantó como escriben esta opinión tan válida que podía ser de cualquiera, pienso que muchos estamos de acuerdo de que no tiene porque celebrarse la muerte de alguien aunque éste alguien se lo merezca. Que bonito escribes intruso!!!

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  3. intruso me pareces muy acertado en tu reflexion sobre la muerte de Bin Laden, yo tambien creo que se equivocaron en matarlo a sangre frìa, yo pienso que el castigo que debìa recibir era torturarlo durante el resto de su vida.
    Escribes muy bien. un saludo

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  4. Me gustaría compartir contigo algunas reflexiones que he hecho durante esta semana, después de leer sobre la noticia durante buena parte de esta semana.
    - Yo no sentí alegría, pero sí alivio y una cierta satisfacción. “Se busca, vivo o muerto” Trece años después del atentado en su embajada en Kenya, han abatido a su principal enemigo. Obama hizo suyo el objetivo de Bush, su antecesor. ¿Se han preguntado por qué ha dejado de haber prisioneros en las operaciones militares y de inteligencia? Porque el Commander-in-chief cambió las órdenes.
    - Habría preferido que este sujeto fuera detenido y sometido a un juicio, pero Estados Unidos tiene muy claro que está en guerra con Al Qaeda. Este grupo terrorista les declaró la guerra y perpetraron un espantoso atentado en su territorio. En la madrugada de lunes se ejecutó un acto de guerra. Me gustaría que Europa tuviera claro el mundo en que vivimos.
    Curiosamente, ha habido un mayor debate en la derecha que en la izquierda sobre la legalidad o no de este atentado. Creo que fue De Gaulle el que dijo "El que a los veinte años no es de izquierdas, es porque no tiene corazón. El que a los cuarenta no es de derechas, es porque no tiene cabeza."
    Nuevos interrogantes se abren después de la muerte de este sujeto: el futuro de la guerra en Afganistán, el de Irak y de la relación con Pakistán; su efecto en las revueltas de los países árabes, donde al principio parecía que oíamos un grito en demanda de libertad y ahora no queda tan claro; pero sobre todo, el futuro de las sociedades libres y democráticas.
    Diez años después del 11-S vivimos en un mundo menos libre y más preocupado por su seguridad; más desconfiado del Islam. El coste de esta guerra está siendo descomunal.
    No debería cuestionarse nunca algunos principios y valores esenciales: en resumen, la Carta de Derechos Humanos, suscrita por la Asamblea General de la ONU en 1949, tan distinta al sucedáneo de la Conferencia Islámica. Guantánamo es la triste demostración de que hemos perdido esta confianza.
    Por último, querido intruso, me temo que este sujeto y su banda no tuvieron nada que ver con los atentados del 11-M.

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