Conozco de memoria esa mirada: llena de reproches y rabia. Supongo que estoy acostumbrado a ella. Quizás por eso ya no le hago tanto caso. A veces no entiendo porqué te enfadas. Porqué me insultas, porqué me odias. Es como si cada vez que hablara te prepararas para buscar la forma de discutir conmigo, buscar la parte negativa a todas mis ideas. Me hechas en cara cosas que no comprendo. ¿Para qué molestarme en hacerlo? Siento que son meros caprichos que no tienen ninguna base real. He llegado a pensar que hay en mí algo irritante, algo que molesta a los demás. Mi profesora de lengua dice que es mi forma de hablar. Dice que tengo un tono de voz que la pone de los nervios. Sinceramente no me importa el ritmo cardíaco de mi profesora cada vez que expongo algo en la tarima. Incluso es divertido. En tu caso es diferente. Porque me encanta cuando me haces reír. Aunque debo confesarte que me gusta más cuando soy yo el que te saca la sonrisa. Cuando me miras con esos ojos, los demás no importan. Y sin embargo ahora sueltas ese estúpido bufido cada vez que digo algo. Una vez me dijiste que te irías conmigo a cualquier parte. Y ahora me rehúyes cuando tu mirada se cruza con la mía. Pero por mucho que me insultes y critiques, aunque me grites y me odies, ¿sabes qué? Nunca podrás ocultarte ante mi. Yo se lo que se esconde por debajo de tu máscara.
PD: Felices vacaciones a todos. Aunque llueva.
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