Con cada ola que mi Océano barre la orilla en que te hallas,
voy a tu encuentro y te llamo sin cejar nunca en mi empeño,
porque infinita es mi paciencia e inexorable es mi determinación.
Escuhas el rumor de mi voz, admiras el poder
de mi corriente,
sientes que te acaricia la profundidad de mis vientos.
Pero ¿te percatas de la espuma?
En verdad, no soy mar, ni ola, ni rumor, ni viento.
Soy la espuma que brota de la cresta de ola
y que desaparece de inmediato ante tus ojos.
Búscame, pues, en la espuma.
Si eres de los valientes, zambúllete en mi Océano,
aunque no esperes emerger de nuevo a la superficie,
porque perderás completamente tu forma
y te disolverás en mí.
Serás entonces gota entre las gotas de mi ser.
Luego te resucitaré desde mis profundidades
y te haré que brotes cual espuma sobre la cresta de mi ola.
¿Qué sería del mar sin las gotas?
No sería el mar.
¿Y qué sería de las gotas sin el mar?
Se evaporarían al instante.
Ibn Arabi
(El libro de las teofanías)
espuma, necesita vitalidad para surgir y quietud para morir, la espuma en el mar atormenta, anuncia peligro
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