lunes, 19 de marzo de 2012

¡Viva la Pepa!



... y ¡felicidades a los Pepes!




Hoy se cumplen doscientos años de la promulgación de la Constitución de 1812. Por coincidir con la festividad de San José, se le conoció popularmente como la Pepa.
Es digna de celebración esta efemérides. Fue la Constitución de Cádiz la primera que se promulgó tras la Revolución Francesa allende sus fronteras, fuertemente inspirada en los principios liberales emenadados de aquélla, fruto de una negociación entre liberales y conservadores.
Por primera vez, se reconocía la existencia de ciudadanos, sujetos de derechos y obligaciones, no de súbditos, libres e iguales ante la ley, no sometidos al arbitrio de ninguna familia o señor; aboliendo, además, la esclavitud.
Nace tras un doloroso parto de cuatro años de lucha por la independencia, la Nación española, que se había alzado enfurecida contra el invasor francés, el poderoso ejército de Napoleón, confiado éste en que un país plagado de conventos e iglesias no solamente no opondría resistencia a su Imperial voluntad, sino que terminaría abrazando las ideas de la revolución. Rechaza el ¡Vivan las cadenas! que gritaba la turba enfurecida, en alusión a las cadenas del poder absoluto de los Borbones españoles. Repudia, también, la Santa Inquisición, aunque reconoce en la religión católica como la única permitida.
Demasiado bonito para ser verdad.
El Rey Fernando VII, que compitió en vileza con su padre, el Rey Carlos IV, en Bayona, primero jura y, luego abjura. Primero, para combatir al invasor al que se había encuclillado, jura. Después, al triunfar los conservadores en toda Europa, abjura.
Pero aun hoy su espíritu está vivo. El constitucionalismo español la tuvo siempre como referente, para alejarse de ella o para imitarla; para rechazarla o intentar aplicarla. El último intento, de hace 34 años, necesita un aggiornamento, antes de que los enemigos de la libertad y de la nación acaben engulléndola.

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