¿Quieres que te cuente un cuento?......
Una niña dejaba que el viento peinara sus cabellos rizados. Con el horizonte reflejado en sus pupilas, observaba como el rebaño de vacas avanzaba entre la hierba. Vivía en una aldea muy pequeña, sin apenas luz eléctrica. Al llegar al monte llevando a las vacas, sin más compañía que el cantar de los grillos y el susurro del viento entre las hojas, echaba a volar su imaginación. Se veía en una gran ciudad con las calles llenas de coches y las aceras surcadas por un torrente de personas, todas dispuestas a hablar con ella, a contarle cosas, a llevarla a los cines y a los teatros de los que tanto había oído hablar. De pronto, un sonido entre los arbustos la saca de sus pensamientos: un grupo de lobos la observa con las fauces abiertas. Uno de ellos, el más grande e intimidante, le dice con su voz profunda y gutural:
- No me extraña que tengas miedo, tenemos hambre, mucha hambre.
La niña, armándose de valor, estiró el trozo de pan que llevaba como alimento para todo el día.
- ¿Quieres un poco de comida?
- No – le contestó enfadado el lobo – Quiero un cordero de carne jugosa.
- ¿Un cordero? – contestó la niña – Los corderos todavía son pequeños y tienen que conocer la vida, tu tan grande y viejo deberías proveer para esta época de hambruna.
El lobo pareció volverse mas agresivo y comenzó a gruñir. Abrió con ira las fauces y se dispuso a abalanzarse sobre la niña. De pronto, del mismo arbusto del que había salido la manada, apareció un majestuoso lobo blanco, que parecía brillas con los rayos de sol.
Se interpuso entre la niña y el lobo y dijo con enfado:
- Nunca aprendereis, esta buena niña les ofrece su comida y la rechazais. Como os dijo esta niña ¿dónde tenéis lo vuestro guardado? Claro, no lo teneis, pues os habeis dedicado a la vida cómoda de paseos, robando y haciendo siempre el mal. Ahora es cuando os dais cuenta de que la vida es trabajo, es ahorrar, es ser un lobo honesto. Escapareis ahora de las escopetas de aquellos vecinos a los que tanto daño habeis hecho.
Los lobos se callaron muy afligidos y se dieron cuenta de cómo desperdiciaron su juventud y de cómo, ahora viejos, no saben que hacer con sus vidas.
La niña contempla de nuevo el rebaño de vacas pastar entre la hierba, mientras el sol del atardecer se va poniendo entre los árboles. Cuando ella salga a conocer el mundo, la van a mirar con expectación. La niña con el horizonte reflejado en sus pupilas y con pelo rizado ondeante al viento, será una niña de gran bondad y fuerza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario